El Instituto Terramar de Brasil inició este miércoles 25 de enero en Fortaleza, un intercambio de experiencias con el territorio de El Ciruelo Sur (Chile) sobre el tema de la energía eólica, especialmente en lo que se refiere a los impactos sociales y ambientales en los territorios donde se instalan parques eólicos. La acción es una articulación con la Fundación Rosa Luxemburgo y el Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA).
En el centro del debate están los conflictos medioambientales entre comunidades y empresas, el incumplimiento de la legislación medioambiental, la negligencia y la implicación de las autoridades públicas en numerosas violaciones de derechos. Al igual que en Brasil, en Chile los parques eólicos traspasan la democracia, negando la participación popular, las garantías de derechos y las políticas de conservación del medio ambiente.
Según la chilena Vilma Mellado, proveniente de la región de El Ciruelo Sur, los parques eólicos se están implementando en zonas rurales y agrícolas desde 2013, causando daños en las napas freáticas e imposibilitando así el acceso de las comunidades al agua; contaminación acústica que provoca un efecto depresivo en personas y animales; y el llamado “efecto sombra” provocado por el movimiento de las hélices de los aerogeneradores.
Además, la situación se hace más difícil de afrontar, ya que existe un consenso entre políticos y autoridades públicas que naturalizan la formación de zonas de sacrificio para la generación de electricidad, a la que en muchos casos, las comunidades ni siquiera tienen acceso.