Los movimientos sociales, los activistas por justicia en el comercio, las organizaciones que defienden la naturaleza y los bosques, y las personas que militan contra la Organización Mundial de Comercio (OMC), celebraron el colapso de las negociaciones de la 11ª Conferencia Ministerial de la OMC que se realizó en Buenos Aires del 10 al 13 de Diciembre del 2017
Por Mary Louise Malig*
Sin embargo, esta es sólo una victoria parcial ya que continúa en peligro el derecho a la alimentación y la soberanía nacional para hacer frente a las injustas reglas de comercio.
Esta no es la primera vez que las negociaciones de la OMC deviene en un colapso. En el 2006, Pascal Lamy, Director General de la OMC suspendió indefinidamente las negociaciones de esa entonces. Los colapsos en las negociaciones de la OMC se han dado por diferentes causas, pero sobre todo por la intransigencia de los llamados “países desarrollados” para dar concesiones a los “países en desarrollo” en relación a la agricultura.
Los estancamientos en las negociaciones de la OMC se han dado porque los países ricos promueven temas que los benefician sólo a ellos, como ser facilitación del comercio, inversiones, compras públicas, competencia y otros, mientras ignoran las demandas de los países en desarrollo y los países menos desarrollados. Estas demandas, así como la promesa de traer oportunidades de desarrollo a los países en desarrollo y a los países menos desarrollados -eliminando los subsidios de las países desarrollados que distorsionan el comercio y abandonando la practica de destruir las producciones locales a través de inundar los mercados con productos que están por debajo de su costo (dumping)- les fueron prometidos como parte de la ronda de negociaciones de desarrollo de Doha lanzada el año 2001.
Por ejemplo, la eliminación de subsidios a la exportación fue prometida en el año 2005, la fecha limite para su implementación no fue cumplida el 2013, y sólo el 2015 por fin se llegó a acordar, pero, sin reformas significativas a los subsidios domésticos en los Estados Unidos y la Unión Europea que tienen un efecto similar a los subsidios a la exportación que permiten inundar mercados y llevar a la bancarrota a pequeños agricultores. Diferentes estudios muestran cómo la leche en polvo de Europa -que es altamente subsidiada- entra al mercado de Burkina Faso a solamente 34 centavos de euro por litro, mientras que el costo de producción de la leche en polvo de los agricultores locales es de 91 centavos de euro. Esta disparidad a nivel del precio es un ejemplo emblemático de la desigualdad construida en los Acuerdos de Agricultura de la OMC.
Recibir sin dar nada a cambio
La polémica “cláusula de paz” en el tema de agricultura que fue el centro de la controversia en Buenos Aires, fue rechazada por países como Estados Unidos que se niegan a otorgar algo tan vital como el derecho de los países en desarrollo de tener stocks de alimentos públicos y subsidios para poder sostener a sus agricultores y garantizar la seguridad alimentaria en su país. Esta es una actitud hipócrita de los países desarrollados ya que mientras ellos conceden subsidios al agronegocio -a través de varios vacíos del Acuerdo de Agricultura de la OMC- al mismo tiempo bloquean que se les otorgue el derecho a garantizar la seguridad alimentaria a los países más pobres y a asegurar el derecho a la alimentación que es un derecho humano universal.
La “cláusula de paz” fue otorgada en calidad de concesión a los pases del sur para apaciguar su demanda original de modificar el Acuerdo de Agricultura de la OMC para que puedan proveer apoyo doméstico a sus pequeños agricultores de subsistencia sobrepasando los límites acordados por dicho acuerdo. Esta demanda de los países en desarrollo fue realizada con la intención de garantizar la seguridad alimentaria de su población.
Los países ricos en vez de acordar una modificación permanente al Acuerdo de Agricultura de la OMC, otorgaron una “cláusula de paz” temporal que permite sólo coyunturalmente a los países pobres proveer de subsidios domésticos a sus pequeños agricultores y sobrepasar temporalmente los limites establecidos en el Acuerdo de Agricultura sin ser demandados ante los Mecanismos de Resolución de Disputas de la OMC por violar las reglas del Acuerdo de Agricultura de la OMC. Esta “cláusula de paz” temporal tenía que ser remplazada en la 11ª Conferencia Ministerial de Buenos Aires por una solución permanente que les permita a los países en desarrollo tener stocks de alimentos para sus pequeños agricultores.
Esta “cláusula de paz” acordada en Bali fue muy costosa para los países en desarrollo ya que estos últimos aceptaron a cambio un acuerdo comprehensivo de Facilitación de Comercio, un tema que estuvo durante mucho tiempo en la lista de deseos de las corporaciones transnacionales y de los países desarrollados. El acuerdo de Facilitación del Comercio fue una gran victoria para el recién electo Director General Roberto Azevedo, ya que este fue el primer acuerdo que la OMC firmó desde que entró en funcionamiento en 1995.
Azevedo, un conocido partidario de las grandes declaró en Mayo 2013 en una entrevista realizada en un famoso programa de televisión Brasileña:
“Yo creo que las corporaciones transnacionales aman a la OMC y quieren realmente que la OMC sea capaz de reducir las barreras del comercio porque ellas no son capaces de hacerlo por si mismas. ¡Realmente no pueden! Por eso necesitan que estas negociaciones se realicen dentro de la OMC, cómo es el caso del acuerdo de Facilitación al Comercio. Lo que estamos negociando actualmente en Bali es de gran interés para las corporaciones transnacionales. Yo lo sé, porque en mi antiguo puesto como Embajador del Brasil en Ginebra recibí visitas de directores ejecutivos, de representantes importantes de corporaciones transnacionales que querían facilitar los sistemas de comercio”.
A pesar del gran costo que pagaron los países en desarrollo por la “cláusula de paz “,los obstáculos y las exigencias continuaron para que hicieran concesiones adicionales para que hubiera una solución permanente a esta “clausula de paz”. En realidad, los países en desarrollo ya “pagaron” por la solución permanente cuando aceptaron el Acuerdo de Facilitación de Comercio en Bali. Sin embargo, en Buenos Aires, se les pidió que “pagaran” aun más aceptando nuevas exigencias de los países desarrollados. Pero incluso eso no fue suficiente para los Estados Unidos, ya que el jefe negociador de este país se retiró de las negociaciones, dejando a los países en desarrollo una vez más con las manos vacías y sin una solución permanente.
Pongamos fin a la OMC
La falta de equidad en el Acuerdo de la OMC sobre el tema de Agricultura es sólo un ejemplo de las varias injusticias que existen en las reglas de la OMC. La OMC nunca tuvo y nunca tendrá como objetivo principal proveer de condiciones equitativas, ni de mejorar el bienestar de los más pobres a través del llamado “desarrollo”. La OMC tiene por objetivo proveer ventajas a las corporaciones más poderosas. De manera figurativa se podría decir que las reglas de la OMC tienen por objetivo favorecer a los tiburones por encima de las sardinas.
La parte más preocupante de los textos borradores presentados en Buenos Aires es la falta de referencia a la llamada Agenda de Desarrollo de Doha. Lo que en verdad quieren los países desarrollados es acabar con todos los aspectos de “desarrollo” de la ronda de Doha y eliminar todas las exigencias de los países del sur que están allí incluidas. La ronda de Doha tenía un principio ambicioso: nada es acordado hasta que todo esté acordado. Este ha sido un mecanismo para frenar los planes de liberalización extrema de los países ricos y las corporaciones transnacionales.
No hay lugar para la OMC en un mundo que ponga en primer lugar al planeta y a la humanidad. Un documento construido en la Asamblea de Justicia Económica paralela a la 9a Conferencia Ministerial de la OMC en Bali, Indonesia, que lleva por título “Economía para la Vida en la Comunidad de la Tierra”, y traído a la Cumbre de los Pueblos “Fuera OMC” en Buenos Aires como una contribución a la elaboración de propuestas alternativas, propone:
“Defender y garantizar los derechos de las personas más marginadas por el sistema capitalista y neocolonial: mujeres, indígenas, campesinos, migrantes, trabajadoras domésticas, ancianos, comunidad LGBT, minorías culturales o incluso mayorías que han sido desplazadas por los más poderosos (a través de) …una economía donde las necesidades fundamentales de cada ser y de la Madre Tierra están garantizadas para promover la creatividad, la humanidad y la felicidad de vivir. Donde la solidaridad, la complementariedad, la diversidad, la paz y el bienestar de la comunidad de la Tierra como un todo han reemplazado a la codicia, la ambición, la competencia, el individualismo, la discriminación, la violencia y la destrucción de nuestra Madre Tierra.
Esta visión sólo la podemos lograr respaldando las luchas de todos los sectores a nivel local, nacional, regional e internacional. Las soluciones están en nuestras manos, la esperanza está en nuestros corazones, y el poder está en nuestra solidaridad. Cambiemos la relación de fuerzas, reclamemos nuestro futuro, remplacemos este sistema y forjemos una Economía para la Vida en nuestra comunidad de la Tierra”.
Fotos: Monica di Sisto, Gerhard Dilger (2)
*Mary Louise Malig es una analista y activista filipina en temas de comercio que radica actualmente en Bolivia. Sus escritos ahondan la temática del libre comercio -particularmente de la OMC- el cambio climático, la agricultura y la economía verde. Es co-autora del libro, “The Anti-Development State: The Political Economy of Permanent Crisis in the Philippines”, y autora de numerosos artículos y publicaciones. Malig es actualmente coordinadora de campaña de la Coalición Global de Bosques (GFC por sus siglas en ingles).
Este articulo fue originalmente publicado en inglés en el sitio web de la Fundación Rosa Luxemburgo: https://rosalux.org.br/en/right-to-food/