Por Nadia Fink y Francisco Farina, Marcha
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Conversamos con la hermana de Luciano Arruga, siempre con la mirada puesta en la situación de los sectores populares, trabajadores y trabajadoras, vulnerados de sus derechos más básicos.
En el marco del evento “Derechos humanos, ayer y hoy”, organizado por la Fundación Rosa Luxemburgo, conversamos con Vanesa Orieta, hermana de Luciano Arruga, quien fuera secuestrado y desaparecido por la policía bonaerense durante casi seis años y encontrado como NN en el cementerio de la Chacarita. En esta entrevista con Marcha, Vanesa nos cuenta su perspectiva sobre el cambio de gobierno y la relación con los derechos humanos, los desafíos para los movimientos sociales en las luchas y resistencias futuras y actualiza el estado de la causa de Luciano.
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¿Cómo ves el panorama que se viene, ante la elección de un presidente reaccionario, sobre todo en materia de represiones y derechos humanos y teniendo en cuenta la herencia que deja el kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires?
Me parece que todo tiene que ver con los derechos humanos, porque desde el lugar que hablo es desde el lugar de las personas que sufren día a día la falta de derechos. Muchas veces se hace muy complejo hablar de a quién una elegiría en un momento muy crucial de la vida de cada uno de nosotros, y sobre todo cuando uno sabe que hasta el momento ni uno ni otro han hecho nada muy profundo en lo que tienen que ver con la pobreza.
Cuando una tiene un acercamiento con familiares y gente que está en organizaciones y que trabaja en los barrios, se da cuenta de que esa deuda de la que hablan los demás tiene que ver con las vidas de las personas. Tiene que ver con personas que no comen, que viven en situación de indignidad, todo esto tiene que ver con vidas humanas. Entonces me parece que tomar una decisión de a quién elegir para alguno se hace realmente difícil, es un dilema moral… yo entiendo igual el contexto y entiendo que un Macri es un cambio rotundo en lo que se venía generando hasta ahora.
Por otro lado, creo que uno siempre va a hablar desde lo que le tocó en la vida y de las experiencias con las cuales decide relacionarse en el ámbito de la militancia. A mí me toca, y voy a elegir siempre, relacionarme con aquellos que necesitan ser escuchados, que son los sectores humildes, los sectores trabajadores, los pueblos originarios, ahí la deuda se siente en una forma muy triste y en ese contexto da la sensación de que ni uno ni otro va a terminar con la pobreza. Por lo tanto, hoy para controlar a esos sectores lo que proponen, abiertamente, la propuesta es controlar los barrios humildes a través de diferentes mecanismos, uno de ellos es la creación de fuerzas represivas.
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¿Y qué estrategias crees que tiene que encarar el movimiento social, por dónde pensás que se vislumbra el camino de lucha o de resistencias?
La pregunta es muy difícil para responder ahora, pero simplemente voy a unirlo con lo que venimos hablando, que tiene que ver con las personas que sufren más la falta de derechos. Me parece que es importante empezar a tener un trabajo en conjunto entre las diferentes organizaciones que sentimos que existe la necesidad de reforzar las cuestiones que tienen que ver con el acceso a los derechos por parte de ese sector de la sociedad, empezar a trabajar, ordenadamente, con respeto, empezar a plantearnos estrategias para pensar claramente qué queremos proponerle a la gente en los barrios y cuál es la forma en la que ellos puedan lograr analizar su situación personal para empezar a pelear cada vez más por sus derechos.
Cuando la gente viene de años y años de opresión, muchas veces cuesta verse a uno, verse en la condición que vive, saberse falto de derechos y pelear para poder lograrlos. Me parece que ahí hay que empezar a hacer un trabajo muy importante, buscar las formas de conectarnos con los jóvenes también, no les podemos seguir dando el espacio a sectores que los utilizan y los maltratan… También las universidades tienen que estar abiertas a una discusión fuerte, integrando todo: el trabajo que se da en las calles y en los barrios y el trabajo intelectual. Uno muchas veces escucha hablar al intelectual del pobre, y la verdad es que yo quiero escuchar al pobre hablando de su situación y de su falta de derechos, y el intelectual acompañando un poco más también en esos lugares donde hay que ver un poco qué pasa para empezar a sentirlo en el alma y enojarte cada vez que decís algo que no pueden ser frases vacías. Porque estás hablando de vidas humanas, que no son un número, no son un tanto porciento de pobres, son un montón de millones de personas que se cagan de hambre, que sufren la violencia. Hay que empezar a tomar el sector de la sociedad que sufre como un sector que tiene derechos a hablar y para lograr que hable tenemos que darle herramientas pero también tenemos que comprometernos como un trabajo que seguramente nos obligue a nosotros a desapegarnos de mucho. Y esta es otra discusión: uno no quiere desapegarse mucho de las comodidades, y si vamos a discutir el capitalismo, discutámoslo sinceramente. Yo creo profundamente en que hay muchas organizaciones que trabajan con mucha seriedad y con mucho respecto, creo que hay que acomodar algunas tuercas y empezar a proponernos un trabajo que nosotros creamos que es realmente revolucionario y empezar a darle el respeto que tienen las palabras: si creemos que podemos, empecemos a accionar para lograrlo. Me parece que trabajar con otros tipos de lazos, no solamente a nivel nacional sino también a nivel internacional, latinoamericano fundamentalmente, nos va permitir lograr tener una idea más global de lo que significa la avanzada de la derecha, la pérdida de los derechos por parte de un sector de la sociedad y esto de encontrarnos todos hermanados como un pueblo latinoamericano que necesitamos esto: empezar a accionar para liberarnos y empezar a vivir todos de la forma que nos merecemos, felices y con derechos.
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¿Cómo sigue la causa de Luciano?
Sigue con una carátula de desaparición forzada, está en una etapa de instrucción, eso quiere decir que todavía se sigue investigando el hecho; no hay ningún policía imputado en esta causa hasta el momento. Esto es un largo recorrido, la situación política también es determinante porque no hay una justicia independiente y existen unos lazos que dan cuenta de cómo se actúa también en una desaparición forzada. Tenemos que encarar otros procesos de justicia que tienen que ver con detenciones anteriores que sufrió Luciano, hasta ahora han llevado sólo a uno de los policías a la cárcel. Por supuesto que eran muchísimos más los que se encontraban trabajando y en funciones, me refiero al 22 de septiembre de 2008, que fue el momento en el que Luciano sufrió la peor detención y en la que fue torturado física y psicológicamente.
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* Foto: Danilo Galgano