Más de 40 organizaciones de territorios desde la Región de Antofagasta hasta Aysén, reflexionaron y problematizaron en torno a la importancia de fortalecer y cuidar las diversas experiencias de articulación que han venido consolidando la viabilidad de la defensa de la vida, contra el empecinamiento de los gobiernos y de sectores empresariales de imponer una cultura de muerte asociada al crecimiento económico sostenido en un planeta con recursos limitados, sobreexplotados y acaparados
Es evidente que las grandes corporaciones transnacionales están presionando para que antes del cambio de gobierno quede amarrada la agenda extractivista: cuestiones como la reforma al Reglamento al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) que flexibiliza regulaciones, disminuye exigencias y supone neutralizar por ventanilla conquistas nacidas de la movilización social; la acelerada e irresponsable suscripción de aún más tratados de libre comercio sin evaluar el impacto integral de los hoy vigentes; la promoción silenciosa, pero devastadora de la IIRSA en los territorios; la reaparición del Tratado Binacional minero, la insistencia en el TPP y la promoción del TISA; son, entre otras, señales ineludibles de que las demandas territoriales no están siendo atendidas, sí caricaturizadas, reprimidas, criminalizadas y desestimadas de manera sistemática por las autoridades de turno.
Sin embargo, la apuesta por la vida sigue, múltiples experiencias de fortalecimiento de las economías locales, de fiscalización activa de los proyectos en curso, de oposición decidida a iniciativas en procesos de aprobación que no cumplen ni siquiera con los requisitos de la débil ley ambiental y que solo buscan imponerse a costa de prepotencia y corrupción, dan cuenta de un despertar cada vez más incontenible de territorios que se han atrevido a optar cómo vivir y a dotarse de las condiciones para hacerlo posible y no solo a sufrir como otros creen que se debe vivir.
La comprensión de que las amenazas locales son evidencia de una política y no solo el resultado del azar, posibilita que las comunidades se predispongan a trabajar en conjunto para que a problemas comunes se puedan encontrar soluciones y estrategias comunes, que garanticen el resguardo de los derechos individuales y colectivos y la sanidad de los ecosistemas de los que somos parte.
Diversos fueron los acuerdos que marcarán la agenda 2018 y que partieron por una declaración que rechaza rotundamente la exportación de la política represiva del gobierno chileno con el pueblo mapuche, hacia Argentina, donde los últimos meses han comenzado a producirse desapariciones, allanamientos y muertes como patrón de funcionamiento de la Gendarmería Nacional.
En la oportunidad también se lamentó la pérdida de parte del equipo de trabajo en salud de la Municipalidad de Tirúa, además de múltiples representantes y autoridades tradicionales del pueblo Mapuche en un accidente de tránsito, saludando su probado compromiso con las raíces, el trabajo comunitario y el bien común.